Millones de marcas en todo el mundo nos deleitan,
nos seducen, nos incitan, nos hablan, nos cautivan a diario y se hacen objeto
de deseo, provocando lo que conocemos como "el impulso de compra",
ese impulso que nos sale del corazón y no de nuestra cabeza, ese impulso que
hace que paguemos un poco o mucho más por una marca que por otra y ese impulso
que nos transporta al status que deseamos.
Si, en mi opinión las marcas le importan a todo el mundo y mucho, y un buen
ejemplo de ello es este spot que os dejo y que refleja perfectamente la
invasión y el continuo bombardeo al que estamos expuestos los consumidores... y
al final ganan las marcas más
constantes, las que más se recuerdan, las que mejor conectan con el
consumidor y las que más valor aportan.
¿Realmente podríamos
vivir en un mundo sin marcas?.
Sinceramente no.
Podríamos intentarlo, pero no lo conseguiríamos, porque aunque no lo creamos
todos necesitamos a las marcas y ellas a nosotros, y esa atracción hace que las
marcas existan. Incluso las "marcas blancas", que también podríamos
bautizarlas como "marcas sin nombre", son marcas. Porque detrás de
una marca blanca, casi siempre hay una gran marca de fabricante o una marca de
distribución, que son quienes aportan la garantía y la confianza al consumidor.
Las marcas forman parte
de nuestra vida, de nuestros recuerdos, de nuestro día a día y seguirán estando
siempre, eso si, se mantendrán las mejores, las que lo hagan bien y sean objeto
de deseo. Solo así tendrá un gran futuro una marca.
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